El único
refugio de la mente es la atención. La atención es una cualidad que casi nadie
tiene en cuenta. Vivimos como autómatas que realizan de manera mecánica sus
tareas. Por eso se nos escapa y perdemos la enseñanza que nos ofrece la vida
cotidiana. Vivir de manera distraída es el falso refugio que escogemos cuando
huimos de algo, cuando sentimos inseguridad.
Si nos
detenemos a escuchar y a centrarnos en el momento presente dejaremos de huir y
comprobaremos que nuestras vidas han sido vividas con miedo, atendiendo a las
expectativas de otras personas, muy posiblemente del conjunto de la sociedad.
Vivir en el aquí y ahora, estar verdaderamente atentos a nuestros cuerpos, a
nuestros miedos, a nuestras emociones más bajas y hacerles frente exige valor.
También requiere práctica. No sirve de nada decir: "Tengo que prestar
atención, tengo que controlar mi mente y desechar miedos y otros pensamientos
que me impiden centrar mi mente" Eso no es atención. Cuando se obliga a la
mente a prestar atención se crea una resistencia ficticia que actúa como un
filtro ante otros pensamientos, pero ese esfuerzo es inútil, ya que él mismo
aleja de la atención. Necesitamos entrenar nuestras mentes para prestar una
completa atención; pero en el momento en que lo intentemos descubriremos la
dificultad que entraña esta labor en un mundo en el que se juzga y valora a las
personas por la cantidad de cosas que somos capaces de hacer simultáneamente.
La atención
tiene una importancia capital en el camino espiritual, pero no se puede ser
atentos mediante el esfuerzo de la concentración. La atención es un estado en
el que la mente está siempre aprendiendo. No podemos mirar un árbol y decir
"es un almendro" y pasar de largo. En el mismo momento en que
nombramos ya hemos dejado de prestar atención y perdemos algo muy importante.
Mientras que si observamos algo estando totalmente alertas y atentos hallaremos
que tiene lugar una completa transformación, y que lo adecuado es vivir en esa
atención completa.
La atención
es imprescindible para escuchar y aprender. La disolución del miedo es el
principio de la atención. Podemos aprender a concentrarnos pero no podemos
aprender a estar atentos si antes no nos liberamos del miedo. Para librarnos
del miedo se requiere conocer sus causas; si el miedo se disipa la atención
surge inmediatamente, de una manera espontánea. En ese estado de atención
notaremos algo que nos parece nuevo, la percepción del presente se incrementará
notablemente, advertiremos que los colores brillan más y los sonidos son más
nítidos. Entonces, nuestra consciencia abarcará nuevos horizontes.
Vivir con
atención no es sólo un deber que tenemos con nosotros mismos, sino un derecho
que tienen las personas con las que nos relacionamos. Si no vivimos atentamente
nos perderemos la vida, simplemente dejaremos pasar los días, repitiendo lo que
hicimos el día anterior. Necesitamos la atención para vivir de verdad, para
vivir espiritualmente.
¿Ha comido o
cenado alguna vez mientras veía la televisión y al ir a coger el siguiente
bocado se ha dado cuenta de que el plato estaba vacío? Si es así, se ha sentido
como si no hubiese comido nada, como si no pudiese recordar lo último que
comió. ¿Alguna vez ha pasado la velada con su pareja u otra persona, y al final
de la noche, cuando la ha mirado, ha tenido la sensación de que la estaba
viendo por primera vez?
Todos hemos
vivido alguna versión de estos guiones: perder la noción de lo que somos y de
lo que estamos haciendo. No es una cuestión de falta de memoria, ni siquiera de
estar preocupado por algo. Es más bien cuestión de falta de concentración. La
mayoría de nosotros pasamos la mayor parte del tiempo perdidos en recuerdos del
pasado o pensando en lo que tenemos que hacer mañana. Tanto si nos damos cuenta
de ello como si no, esta falta de atención por el presente, el no prestar una
atención completa a quienes nos rodean, reduce nuestra calidad como personas.
Es
importante dedicar la atención centrada en un punto a quienes nos rodean. En
vez de simplemente escuchar las palabras de la otra persona, mírela a los ojos,
observe su boca al formar los sonidos, preste atención a la inflexión de su voz
y a la emoción que se oculta tras lo que dice.
La atención
centrada en un punto es muy importante en la vida diaria. Si no la practica, se
está perdiendo parte de la vida, sencillamente está pasando sus días, repitiendo
lo que hizo el día anterior. ¿Adónde se fue el tiempo? Necesita mantener la
mente en el presente para apreciar completamente los dones y las oportunidades
que cada día le ofrece.
No
experimentar por completo el presente puede ser una forma sutil de sabotaje
mental. A manera de experimento, la próxima vez que esté lavando los platos o
arreglando el coche, fíjese en las veces en que su mente se distrae. De
repente, salta y se planta en la discusión que tuvo ayer con su hijo, luego da
otro salto y está con el aumento de sueldo que su jefe le prometió pero que
todavía no ha hecho efectivo. Estos pensamientos le distraen del asunto que
tiene entre manos. Puede pensar que está trabajando o arreglando el carburador
o quitando la grasa de las bandejas de la noche anterior, pero por debajo están
esos susurros que pueblan su mente y que le hablan de otras cosas. Una vez que
usted se da cuenta de dónde están realmente sus pensamientos, también se
percata de la existencia de esas sutiles cintas grabadas. Entonces puede
realizar un esfuerzo consciente y decir: ¡alto! Y hacer que la mente regrese a
la realidad y, en vez de pensar en el pasado o el futuro, preste atención al
momento presente.
No soy una
persona madrugadora, pero para disponer de un poco más de tiempo, comencé a
levantarme una o dos horas antes. Una mañana, al sentarme en la terraza trasera
para tomarme una taza de café y pensar en las cosas que tenía que hacer durante
el resto del día, de repente pensé: "¡Eh! Espera un momento. Éste es mi
tiempo. ¿Qué hago aquí pensando en lo que tengo que hacer dentro de un par de
horas? Las seis de la mañana no es el momento más adecuado para hacer
eso". Así que me quede allí tranquilo, escuchando el silencio de la
urbanización. Se levantó una suave brisa y aspiré profundamente los olores
embriagadores del verano. Tomé la decisión consciente de simplemente disfrutar
de aquel momento y no pensar en nada del pasado o del futuro. Me sentí
completamente en paz y, por primera vez, disfruté de lleno de la mera sensación
de existir. Me sentí verdaderamente vivo, y disfruté de quién era y dónde
estaba. NO me preocupé de las facturas que tenía que pagar, ni del tráfico que
encontraría al ir a la ciudad, ni de la cena que prepararía esa noche.
Vi la luz
del sol filtrándose a través de los árboles y contemplé a los pájaros volando
de rama en rama. Simplemente experimenté la sensación de existir, y sentí una
oleada de amor y felicidad en mi interior, de una profundidad que jamás había
sentido antes. Una vez que me di cuenta de lo mucho y lo frecuentemente que mis
pensamientos estaban en cosas y personas que no eran del presente, empecé a
sentirme estafado. Como si me hubiesen robado el tiempo en el aquí y el ahora.
Me estaba perdiendo cosas que estaban sucediendo a mi alrededor porque veía las
cosas sólo con los ojos normales, y no con los ojos de mi corazón y mi mente, y
porque estaba demasiado preocupado por el pasado, que no podía cambiar, y por
el futuro, que aún no había llegado.
El
desarrollo de la atención centrada en un punto requiere cierta práctica.
Debemos entrenar nuestras mentes para prestar una completa atención a lo que
tenemos entre manos y lo que nos rodea. En la actualidad, eso no es muy fácil
de hacer, en un mundo en el que se juzga y valora a las personas por la cantidad
de cosas que son capaces de hacer simultáneamente. Hoy en día rara vez hacemos
una sola cosa a la vez. Conducimos el coche al mismo tiempo que hablamos por el
móvil o escuchamos la radio. Comemos mientras leemos el periódico, los
estudiantes hacen las tareas con la música a todo volumen y con la televisión
puesta. ¡No es extraño que a veces nos cueste recordar lo que hicimos hace tan
sólo cinco minutos! Estamos tan ocupados viviendo vidas fragmentadas que
dejamos de prestarnos atención a nosotros mismos. Vivimos en las fantasías de
lo que debería ser, recuerdos de lo que fue y esperanzas de lo que será.
Vivir
distraídamente significa que estamos huyendo de algo, como de nuestro miedo a
sentirnos inadaptados, solos e iracundos. Si nos detenemos a escuchar y
centrarnos en el momento presente, habremos dejado de huir y veremos que hemos
vivido nuestras vidas con miedo y de acuerdo con las expectativas de otras
personas. Estar en el aquí y ahora, estar verdaderamente atentos a nuestros
cuerpos, nuestros miedos, nuestros sentimientos de que no valemos nada y
hacerles frente exige valor.
La atención
centrada en un punto es imprescindible para aprender, recordar y escuchar
correctamente. Si su hijo le está explicando algo, y usted no presta atención a
lo que está diciendo, el niño percibe la diferencia. Al no prestarle atención,
le está transmitiendo el mensaje de que él no es importante. Y cuando el niño
le dice: "Mamá, no me estás escuchando", usted le pide perdón y
entonces le escucha, y luego, para aliviar su sentimiento de culpa, le compra
algo o le hace un regalo.
No hay
sustituto posible a la atención sin fisuras. Los niños lo saben muy bien.
Éstos son
algunos trucos para hacer una cosa a la vez:
· Cuando
lave los platos, no piense en la discusión que tuvo con un amigo hace diez
años. Por el contrario, concéntrese en el movimiento circular de la esponja en
los cazos, en el agua que corre por sus manos y la espuma del lavavajillas.
Disfrute del momento presente.
· Cuando
conduzca, concéntrese en la carretera y en los otros conductores. Preste
atención a lo que está sucediendo en la carretera, no a lo que están dando por
la radio, a lo que tiene que hacer mañana o a quién podría llamar por el móvil.
Disfrute del momento presente.
· Cuando
alguien se le acerque para decirle algo, deje a un lado lo que esté haciendo y
préstele una atención sin fisuras: mírele a los ojos, dése completamente la
vuelta hacia él, escúchele con el cuerpo, los ojos y los oídos. Disfrute del
momento presente.
Notará algo
increíble. De inmediato, el momento presente se incrementará notablemente: los
colores parecerán más vivos y los sonidos serán más claros. No necesitará poner
la televisión a todo volumen, porque su atención estará centrada en lo que está
viendo y en lo que está diciendo, y será capaz de escucharlo todo más
claramente que nunca.
Para
ayudarle a experimentar su vida sobre una base momento-a-momento, le será bueno
leer el tema sobre la meditación y la concentración. El esfuerzo vale la pena.
Bibliografia
documento en linea (proyectopv.org)
fecha: 2013-05-04